La foca monje del Mediterráneo o foca fraile mediterránea (Monachus monachus) es una especie de mamífero pinnípedo de la familia de los fócidos, una de las más raras que existen. Se encuentra en grave peligro de extinción; antiguamente poblaba las aguas de todo el Mediterráneo y del Atlántico norteafricano, llegando a las islas de Cabo Verde, Madeira y las Canarias (donde daba nombre a la isla de Lobos) así como a toda la costa norteafricana.
Citada por primera vez en la Odisea de Homero, se han encontrado restos óseos de estas focas en cuevas de Málaga pertenecientes a los periodos Magdaleniense y Epipaleolítico hace entre 14.000 y 12.000 años. Las marcas, fracturas y quemaduras detectadas en estos huesos indican que esa gente utilizaba a las focas no sólo por la carne sino también por la piel y la grasa.
Cronología de la desaparición en España
Existen aún por todo el litoral muchos topónimos que hacen referencia a la especie, "Cueva de la Vaca", "Punta del Lobo", "Isla de Lobos", etc., sitios donde las focas monje (también conocidas como lobos o vaca marinas) comían o salían a descansar.
A comienzos del siglo XX la foca monje fue expulsada del litoral más llano, gran parte de Cataluña, Levante y la Costa del Sol; relegándolas a las partes más escarpadas de la Costa Brava y en la franja de litoral que va desde el cabo San Antonio al Cabo de Gata (Almería), y las Baleares. Pero en los años 50 comienza el boom de la Costa Brava y también desaparecen de allí, mientras que en Mallorca (1951) se produce la última reproducción confirmada en España y, poco a poco, van desapareciendo de la clandestinidad que le proporcionaban las cuevas al borde de los acantilados marinos.
Los dos últimos ejemplares de foca monje en las Baleares (conocida popularmente como "vellmarí"), fueron exterminados en Mallorca en 1958, uno de ellos sacrificado entre las redes de los pescadores de Cala Mondragó, en Santanyí, y el otro muerto a tiros por la Guardia Civil en Cala Tuent, en Escorca.
En las Islas Canarias, la extinción fue anterior y por otros motivos. Aquí las colonias de focas eran muy numerosas -con varios millares de ejemplares-, pero durante la Conquista de Canarias fueron cazadas por los españoles para la obtención de cuero, grasa y carne, provocando su desaparición.
En 1951 moría en Alicante la última cría peninsular conocida, víctima de un hachazo. Hasta mediados de los años 60 un pequeño grupo de focas sobrevivió en el cabo de Gata. La persecución fue tal que en los años 70 sólo se conocían 5 ejemplares en las costas españolas; a comienzos de los 80 solo quedaba uno.
Actualmente, las Islas Chafarinas, 27 millas náuticas al este de Melilla, son el único lugar de la costa española donde existe la especie, representada por uno o dos ejemplares. Hasta principios de los noventa vivía en estas islas el célebre "Peluso", un macho de avanzada edad que se haría popular tras una aparatosa operación de captura para liberarle de un aro de una red de pesca que le aprisionaba el cuerpo, y que murió posteriormente por causas desconocidas.[2]
Los ejemplares que se avistan esporádicamente en la actualidad en las Chafarinas pertenecen a la exigua población argelino-marroquí que vive desde Orán hasta Alhucemas. Según recientes datos la población se habría extinguido al menos en las costas argelinas[3] aunque no se descarta la presencia de algún ejemplar aislado en las costas marroquíes.
Sin embargo, el 17 de junio de 2008 apareció la noticia[4] de que un ejemplar de la especie había sido fotografiado por un submarinista en la reserva marina de Isla del Toro (Calvià, Mallorca).
La Consejería de Medio Ambiente certificó el avistamiento y constató que se habían dado otros cuatro en la misma zona. Por lo que se intentaría conocer el sexo de la foca para así poder traerle una pareja.
Distribución actual
Hoy subsisten diversos ejemplares en Turquía, Grecia, Madeira, Mauritania; los animales no forman colonias estables debido a la gran dispersión de estos, y la investigación que se lleva a cabo se basa solo en los esporádicos avistamientos de algún ejemplar. En la península de Cabo Blanco (Sáhara Occidental - Mauritania) subsiste la última gran colonia de focas monje, descubierta en 1945 por el naturalista español Morales Agacino.[5] La colonia está cifrada en unos 150 ejemplares, de un total mundial estimado en unos 500 individuos (estimación del año 2006). Esta situación es muy peligrosa para la supervivencia de la especie, como se demostró en mayo de 1997, año en que se dio una mortandad masiva de focas en la colonia, debida seguramente a una toxina paralizante segregada por una alga dinoflagelada. Esta epizootia acabó con dos tercios de la población existente, y además el 95% de los individuos muertos pertenecían al segmento adulto de la población.
En España es muy difícil avistar algún ejemplar tras la desaparición del último macho, Peluso, de las islas Chafarinas sitadas en la costa norte de Marruecos, por lo que se le considera una de las especies más raras de la fauna ibérica.
Citada por primera vez en la Odisea de Homero, se han encontrado restos óseos de estas focas en cuevas de Málaga pertenecientes a los periodos Magdaleniense y Epipaleolítico hace entre 14.000 y 12.000 años. Las marcas, fracturas y quemaduras detectadas en estos huesos indican que esa gente utilizaba a las focas no sólo por la carne sino también por la piel y la grasa.
Cronología de la desaparición en España
Existen aún por todo el litoral muchos topónimos que hacen referencia a la especie, "Cueva de la Vaca", "Punta del Lobo", "Isla de Lobos", etc., sitios donde las focas monje (también conocidas como lobos o vaca marinas) comían o salían a descansar.
A comienzos del siglo XX la foca monje fue expulsada del litoral más llano, gran parte de Cataluña, Levante y la Costa del Sol; relegándolas a las partes más escarpadas de la Costa Brava y en la franja de litoral que va desde el cabo San Antonio al Cabo de Gata (Almería), y las Baleares. Pero en los años 50 comienza el boom de la Costa Brava y también desaparecen de allí, mientras que en Mallorca (1951) se produce la última reproducción confirmada en España y, poco a poco, van desapareciendo de la clandestinidad que le proporcionaban las cuevas al borde de los acantilados marinos.
Los dos últimos ejemplares de foca monje en las Baleares (conocida popularmente como "vellmarí"), fueron exterminados en Mallorca en 1958, uno de ellos sacrificado entre las redes de los pescadores de Cala Mondragó, en Santanyí, y el otro muerto a tiros por la Guardia Civil en Cala Tuent, en Escorca.
En las Islas Canarias, la extinción fue anterior y por otros motivos. Aquí las colonias de focas eran muy numerosas -con varios millares de ejemplares-, pero durante la Conquista de Canarias fueron cazadas por los españoles para la obtención de cuero, grasa y carne, provocando su desaparición.
En 1951 moría en Alicante la última cría peninsular conocida, víctima de un hachazo. Hasta mediados de los años 60 un pequeño grupo de focas sobrevivió en el cabo de Gata. La persecución fue tal que en los años 70 sólo se conocían 5 ejemplares en las costas españolas; a comienzos de los 80 solo quedaba uno.
Actualmente, las Islas Chafarinas, 27 millas náuticas al este de Melilla, son el único lugar de la costa española donde existe la especie, representada por uno o dos ejemplares. Hasta principios de los noventa vivía en estas islas el célebre "Peluso", un macho de avanzada edad que se haría popular tras una aparatosa operación de captura para liberarle de un aro de una red de pesca que le aprisionaba el cuerpo, y que murió posteriormente por causas desconocidas.[2]
Los ejemplares que se avistan esporádicamente en la actualidad en las Chafarinas pertenecen a la exigua población argelino-marroquí que vive desde Orán hasta Alhucemas. Según recientes datos la población se habría extinguido al menos en las costas argelinas[3] aunque no se descarta la presencia de algún ejemplar aislado en las costas marroquíes.
Sin embargo, el 17 de junio de 2008 apareció la noticia[4] de que un ejemplar de la especie había sido fotografiado por un submarinista en la reserva marina de Isla del Toro (Calvià, Mallorca).
La Consejería de Medio Ambiente certificó el avistamiento y constató que se habían dado otros cuatro en la misma zona. Por lo que se intentaría conocer el sexo de la foca para así poder traerle una pareja.
Distribución actual
Hoy subsisten diversos ejemplares en Turquía, Grecia, Madeira, Mauritania; los animales no forman colonias estables debido a la gran dispersión de estos, y la investigación que se lleva a cabo se basa solo en los esporádicos avistamientos de algún ejemplar. En la península de Cabo Blanco (Sáhara Occidental - Mauritania) subsiste la última gran colonia de focas monje, descubierta en 1945 por el naturalista español Morales Agacino.[5] La colonia está cifrada en unos 150 ejemplares, de un total mundial estimado en unos 500 individuos (estimación del año 2006). Esta situación es muy peligrosa para la supervivencia de la especie, como se demostró en mayo de 1997, año en que se dio una mortandad masiva de focas en la colonia, debida seguramente a una toxina paralizante segregada por una alga dinoflagelada. Esta epizootia acabó con dos tercios de la población existente, y además el 95% de los individuos muertos pertenecían al segmento adulto de la población.
En España es muy difícil avistar algún ejemplar tras la desaparición del último macho, Peluso, de las islas Chafarinas sitadas en la costa norte de Marruecos, por lo que se le considera una de las especies más raras de la fauna ibérica.
Proyectos de recuperación
Considerando que en la antigua área de distribución de la foca monje existen numerosas zonas protegidas en buen estado de conservación, la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente y la Viceconsejería de Medio Ambiente de Canarias han puesto en marcha, con fondos comunitarios LIFE, el "Proyecto para la Recuperación de la Foca Monje en España", que todavía se encuentra en la fase de estudios de viabilidad y que recientemente ha recibido el visto bueno de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN). La Universitat de Barcelona y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria son las instituciones científicas que llevan a cabo este estudio.
El objetivo final de este proyecto es recuperar la especie para la fauna española mediante su reintroducción en las islas Canarias orientales. Estas islas han sido elegidas por hallarse situadas a medio camino geográficamente entre la colonia de Madeira y la de Cabo Blanco, con lo que se restablecería el corredor natural genético entre ambos núcleos, que ahora están aislados; de hecho, de año en año aparece algún joven en dispersión.
Además, estas islas poseen un adecuado número de espacios naturales protegidos y con un buen nivel de conservación, y reúnen suficiente capacidad biológica pare albergar una población de focas, dada su riqueza en especies - presa potenciales y su baja contaminación marina.
Otro proyecto similar es el Plan de Acción Internacional para la Recuperación de la Foca Monje en el Atlántico Oriental, dentro del Convenio Especies Migratorias o Convenio de Bonn, en el que además de España, participan Portugal, Marruecos y Mauritania, así como diversas entidades, como la Fundación CBD-Hábitat o la ONG Annajah. Asimismo, el Fondo para la foca monje (FFM) realiza un seguimiento de la especie y campañas de sensibilización en Marruecos, Argelia y Túnez. Por su parte, un proyecto de la Fundación Territorio y Paisaje, creada por Caixa Catalunya, ha puesto en marcha un plan para que en 8 años esta especie habite de nuevo la costa catalana.
Considerando que en la antigua área de distribución de la foca monje existen numerosas zonas protegidas en buen estado de conservación, la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente y la Viceconsejería de Medio Ambiente de Canarias han puesto en marcha, con fondos comunitarios LIFE, el "Proyecto para la Recuperación de la Foca Monje en España", que todavía se encuentra en la fase de estudios de viabilidad y que recientemente ha recibido el visto bueno de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN). La Universitat de Barcelona y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria son las instituciones científicas que llevan a cabo este estudio.
El objetivo final de este proyecto es recuperar la especie para la fauna española mediante su reintroducción en las islas Canarias orientales. Estas islas han sido elegidas por hallarse situadas a medio camino geográficamente entre la colonia de Madeira y la de Cabo Blanco, con lo que se restablecería el corredor natural genético entre ambos núcleos, que ahora están aislados; de hecho, de año en año aparece algún joven en dispersión.
Además, estas islas poseen un adecuado número de espacios naturales protegidos y con un buen nivel de conservación, y reúnen suficiente capacidad biológica pare albergar una población de focas, dada su riqueza en especies - presa potenciales y su baja contaminación marina.
Otro proyecto similar es el Plan de Acción Internacional para la Recuperación de la Foca Monje en el Atlántico Oriental, dentro del Convenio Especies Migratorias o Convenio de Bonn, en el que además de España, participan Portugal, Marruecos y Mauritania, así como diversas entidades, como la Fundación CBD-Hábitat o la ONG Annajah. Asimismo, el Fondo para la foca monje (FFM) realiza un seguimiento de la especie y campañas de sensibilización en Marruecos, Argelia y Túnez. Por su parte, un proyecto de la Fundación Territorio y Paisaje, creada por Caixa Catalunya, ha puesto en marcha un plan para que en 8 años esta especie habite de nuevo la costa catalana.
Estado de conservación: CR
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